Juan Montalvo
LAS CATILINARIAS
(Fragmento)
“El
chagra llega a ser coronel, Dios misericordioso. Al que le dice
coronel, es capaz de darle un ojo de la cara aun cuando sea tuerto… Un
gran señor libertino es terrible cosa, dice un moralista; un chagra gran
señor, con cacofonía y todo, es la cosa más graciosa que puede nadie
imaginar… La loza blanca no ha penetrado aún en el palacio del chagra:
allí se ven platos de mariposas azules y escudillas moradas como para
frailes… En resumidas cuentas, venga el chagra-galán, el
chagra-diplomático, antes que el chagra-militar; porque este aun cuando
se halle él mismo en amena conversación con amigos y señoritas, de
repente se acuerda de que es soldado, y ¡juego mochachos!...”“… Volvamos
a nuestra amable política. Viejos del lazareto de Urbina y jefes
flamantes, chagras-soldados, hicieron elecciones a ¡juego mochachos!
¿Qué mucho que la Convención de Ignacio de la Cuchilla haya sido una
junta de dioses, no de los romanos…? Ignacio de Veintimilla va a decir
que hubo libertad de sufragio, puesto que yo mismo fui electo para la
Convención; pero trabuca sus recuerdos: electo fui, verdad, a juego
mochachos. Cuando pálido de cólera, trémulo de miedo, despechado y
balbuciente oyó mi nombre, ¿no dijo: “Yo había dado orden de que el más
insignificante de los ecuatorianos fuese electo por la más
insignificante de las provincias”? Debe ser la provincia más pundorosa y
valiente, cuando a fuero de atrevida pudo elegir al que desde entonces
tenía proscrito en su ánimo ese excremento de García Moreno. Eligiole
haciendo caso omiso de gobernadores, comandantes de armas, comisarios y
sicarios, haciéndoles temblar la barba, como dicen, y metiéndose en
petrina. O fue más bien que no hubo allí apóstoles de la libertad que
anduviesen predicando su doctrina con las culatas de los fusiles”.“No
puedo menos que hacer una salvedad, cuando doy en las galeras con esa
canalla delincuente que se llamó Convención de Ambato. Hubo en ella tres
o cuatro hombres que pudieran haber pertenecido a una junta grave y
majestuosa, y un anciano con cuya presencia brillaría un colegio de
senadores virtuosos. Don Pedro Carbo extremó su santidad hasta el punto
de sufrir esa danza macábrica, y han de tomar parte en ella; y esto es
lo que admiro en él sobre toda ponderación. ¿Hubiera yo visto esa cara
de caballo que se asomaba por ahí a intimidar y a amenazar a los
legisladores, sin echarle el agraz en el ojo? ¿Hubiera llevado en
paciencia ver ese fauno asqueroso, durmiendo y roncando en el sitial del
presidente, un palmo de boca abierta, adonde acudían las moscas de los
alrededores? ¿Hubiera sufrido el alzamiento de esa manga de urdemales
contra la honra nacional y la vergüenza pública? Bien apurada la cosa,
podemos decir que hubo en la comunidad de fetiches nueve hombres de
conciencia… y fueron los que le negaron su voto para presidente de la
República a Ignacio Fraudador de los Ardides. Un clérigo pasó tan
adelante en el desparpajo, que, encastillado en su mitra, le dio cara a
cara: Ignacio, te he negado mi voto, porque te juzgo inepto para el
mando; y porque has de hacer lo necesario para el mando; y porque has de
hacer lo necesario para que te suban a la guillotina…”
Su pluma marcó un mito en la historia del Ecuador, gracias a su esfuerzo y perseverancia hizo que dejemos de estar bajo el manto de la tiranía y lleguemos a formar un estado libre.
ResponderEliminarJuan Montalvo con su obra Las Catilinarias pretende instaurar o renovar el pensamiento de la sociedad que no se atrevía a revelarse ante las injusticias promulgadas por el sistema.
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